En el contexto del Cristianismo, justo diez días después de la Ascensión de Jesús a los Cielos, el mismo día de la fiesta judía de Pentecostés, cuando estaban los discípulos de Jesús reunidos en oración, y acompañados de María la Madre y de otras mujeres que seguían al Maestro, la promesa del Espíritu se cumple. El Espíritu Santo se manifiesta, inunda los corazones, ilumina sus mentes, los transforma, y con este acontecimiento la Iglesia fundada por Jesucristo es llevada a un nuevo nivel: ahora está lista para dar testimonio valiente de su Fe.
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