Cada persona nace con dones o talentos, los que desarrollados a través de nuestra vida nos permiten llevar a cabo una misión para servir a la sociedad y al bien común.
También las familias religiosas “nacen” con dones específicos dados por el Espíritu Santo. En otras palabras, cada Congregación tiene una energía espiritual distinta que la llama a servir a la humanidad de una manera específica y a responder a una necesidad particular en la Iglesia y el mundo.
El carisma – del griego, kharisma “don, gracia de origen divino” – es una manifestación del Espíritu Santo dado para el bien común (1 Cor. 12,7). Es percibir el Evangelio bajo un aspecto determinado, viviéndolo y encarnándolo desde esa perspectiva, junto con testimoniarlo y contribuir a la vida de la Iglesia y de toda la sociedad desde ahí.
El Carisma de las Hermanas de la Providencia es la manifestación de los misterios de Dios Providencia y de Nuestra Señora de los Dolores en la caridad compasiva y la solidaridad creativa y profética con los pobres.