Ante el dolor de una madre…
Nuestras emociones emergen cuando nos enfrentamos al verdadero dolor de los demás; pero es aún mayor cuando vemos a una mujer sufriendo por el dolor de perder un(a) hijo(a).
Los niños inocentes son, y una madre experimenta el desgarro interno al no comprender lo que ocurre. Este dolor es similar al de María, la Madre de Jesús.
En este Sábado Santo les invitamos a disminuir el ruido externo, pero sobretodo el interno, ese que nos desconcentra y que evita que “entremos en nuestra conciencia”. Hagamos el esfuerzo por regalarnos un tiempo de silencio, un silencio de respeto, un silencio humilde al contemplar el dolor de una madre que sufre por su hijo.
Que en estos días de contemplación al Misterio de Amor de Dios por nosotros, seamos lo suficientemente dóciles para percibir su presencia; pero si eso nos cuesta mucho, al menos reconozcamos el valor, la convicción, la Fe y la fortaleza que demostró María, Madre de Dolores, por salir adelante ante el misterio de la Muerte, un misterio que a todos nos alcanza.
María supo enfrentar las dificultades desde el momento en que asume su rol en la vida, siendo la elegida de Dios. Tuvo que enfrentar los dolores de un silencioso Belén que no la acogió. Tuvo que enfrentar una huida a Egipto para salvar sus propias vidas. Tuvo que enfrentar una vida como migrante. Tuvo que enfrentar una vida de anhelos de madre, confrontados con la realidad de ir educando al Mesías. Tuvo que ser judía, en tiempos en que Roma gobernaba esas tierras. Tuvo que ser mujer valerosa en tiempos de discriminación radical. Tuvo que ser discípula de su hijo, viendo cómo corrían envidias y malos deseos hacia Jesús. Tuvo que sufrir al ver cómo las(os) discípulas(os) -a los que su hijo les cambió la vida- lo abandonaron en el camino con la Cruz. Tuvo que saber respirar cuando su hijo ya casi no respiraba en la Cruz. María tuvo que aprender a sostener al cadáver de su hijo cuando lo bajaron de la Cruz y tuvo que acoger y mantener unidos a los discípulos. María, es Madre de Dolores y sabe bien cómo orientar nuestros pasos en los dolores de la vida. Ella sabe que servir a los necesitados es la mejor forma de consolar.
Que ella sea maestra de vida, maestra de consuelo, maestra de inspiración ante cuanto dolor nos toque enfrentar.
Que ella nos inspire a apoyar y a tender una mano a los que se están desgarrando por algún dolor. Que este tiempo de Semana Santa nos sea provechoso para acrecentar nuestra generosidad y consuelo hacia los más necesitados.
Una madre no abandona, una madre no desfallece, una madre siempre da esperanzas; por eso acudimos a Madre de Dolores como símbolo de nuestro carisma Providencia. Que sea ella quien nos inspire a ser fuertes, respetuosos, generosos, y serviciales. Que se impregne en nuestros corazones su sello de amor.
En el silencio de este día, nos encomendamos a Ella pidiendo que nos cobije bajo su amparo, y que no nos deje solos, especialmente en medio de las dificultades, ahora, y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Madre Marta Alvear
Coordinadora de Pastoral